domingo, 2 de marzo de 2014

Alegría del Evangelio: CATÓLICOS EN POLÍTICA (3): FORMA PRECIOSA DE CARIDAD

“La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de caridad, porque busca el bien común”. Papa Francisco. Evangelii Gaudium. A ver si nos aclaramos… ¿Ahora resulta que el mismísimo Papa de Roma llama a la política “una de las formas más preciosas de caridad”? ¿De qué estamos hablando? ¿No era algo denostado e impropio de los cristianos? Ah, claro, es la política entendida como servicio, como amor a los demás. No como un negocio lucrativo o una forma de poder… Ya lo entiendo, a eso se refiere. No a los mangantes y corruptos, que también los habrá… ¡Como en todas las profesiones! Y me asalta la idea siguiente: ¿puede haber un político santo, o un santo que se dedicara a la política, que viene a ser lo mismo? Pues no se… ¿conozco alguno? Pues así, a bote pronto, no se me ocurre… Si algún incondicional de los que aún me leen, me lo quisiera decir, caso que lo conozca… ¡Ya se! Recuerdo una peli que se llamaba “Un hombre para la eternidad”, que hablaba de Tomás Moro, Primer Ministro de Enrique VIII de Inglaterra, y que murió decapitado por no renegar de la fe ni del Papa. Y ahora es santo. ¡Y patrono de políticos! Y no solo ese caso famoso que me viene a la mente, también muchos santos se han dedicado a cuestiones políticas, por puro amor a los hombres, a los pobres, a los necesitados, fundando escuelas y hospitales, por ejemplo. En el periodismo, en la medicina, en las cuestiones sociales… Y esto «pertenece a la esencia de la Iglesia, tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio» Deus caritas est, Benedicto XVI. Y también, no solo santos reconocidos, sino cualquier fiel laico que vaya a una asociación de padres de alumnos, que participe en unas elecciones o en la asociación de vecinos de su barrio… O en lo que hoy es tan necesario de participar en la lucha provida. Dice la Evangelium Vitae de Juan Pablo II: «En virtud de la participación en la misión real de Cristo, el apoyo y la promoción de la vida humana deben realizarse mediante el servicio de la caridad, que se manifiesta en el testimonio personal, en las diversas formas de voluntariado, en la animación social y en el compromiso político. Esta es una exigencia particularmente apremiante en el momento actual, en que la “cultura de la muerte” se contrapone tan fuertemente a la « cultura de la vida » y con frecuencia parece que la supera» (EV, n. 87). Se puede decir más fuerte, pero no más claro... Petrus quîntae

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