viernes, 21 de febrero de 2014

Alegría del Evangelio: CATÓLICOS EN POLÍTICA (2) “UNA ALTÍSIMA VOCACIÓN”

“La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de caridad, porque busca el bien común”. Papa Francisco. Evangelii Gaudium. Tengo que reconocer a los incondicionales que aún son capaces de leerme, que me sorprendió desde un primer momento esta frase de la Evangelii Gaudium. La política y los políticos están cada vez más desprestigiados. Todo el movimiento social de estos años tenía como lema “no nos representan”, dirigido a la clase política. Sus motivos tenían: elevados sueldos mientras crecía el desempleo, corrupciones millonarias mientras abundan los sin-techo, malas formas mientras el pueblo aspira a nobleza y limpieza… Sin embargo el Papa lo llama “altísima vocación”. El ser político es una auténtica vocación de servicio a los demás, de amor al prójimo. Es una llamada a dar un paso, a dejarse ver. A ser hombres o mujeres “públicos”… Creo que los políticos, la mayoría, merecen un respeto. Rápidamente los juzgamos. No pocos han dejado un trabajo mejor (aunque no sea esto lo que más abunde), o una tranquilidad y privacidad mayor. No creo que sea moralmente aceptable que se les vitupere alegremente como se ha hecho demasiadas veces en los últimos tiempos. Y para más abundar, he sido testigo de una actitud que conviene reseñar: en los medios eclesiales se ha mirado por encima del hombro algunas veces al cristiano que se introducía en política de una u otra forma. Y creo que es una forma casi de desprecio farisaico, como si se dijera: yo soy el puro, tú el impuro; lo importante es la fe, no la vida; el cielo, no la tierra… Y esto es como una desencarnación, una separación artificial de la fe y la razón, de la fe y la cultura, que en el cristianismo siempre han ido unidas por su esencia misma: Dios toma carne humana, se hace uno de nosotros, y todos los asuntos de la polis no le son ajenos. Dios se hace político por definición. Es más, Dios se revela en Cristo como Dios político (entendedme), preocupado por la polis y sus asuntos. Que viene a traer la verdadera solución a los problemas del hombre particular y de la sociedad en su conjunto. No entiendo, de verdad, ese miedo escénico a los asuntos públicos, políticos, y a después de mirarlos con ojos cristianos, transformarlos en Cristo. Ese miedo a trabajar por el Reino de Dios aquí ya en la tierra. Por un Reinado también social de Jesucristo. Mirad lo que dice al respecto de este miedo escénico el Cardenal Ratzinger, días antes de ser elegido Papa, o sea, cuando sus palabras vislumbraban y fijaban todo un período en la historia de la Iglesia: “No se debe clericalizar a los laicos. Se piensa que solo los cristianos que gestionan las cosas de la Iglesia son cristianos al cien por cien. El problema está en como el cristiano puede cooperar para que el evangelio sea levadura del mundo”. Con frecuencia vemos demasiados laicos clericalizados, solo ocupándose de asuntos internos, que por supuesto son necesarios, pero que no son lo propio de nuestra vocación laica. No hace falta ser político. Todo lo humano no nos resultará ajeno. Una vez un grandísimo sacerdote y párroco me dijo: al final, la Iglesia te mandará a ser catequista, de cáritas o etc., pero más propiamente te enviará a ser medico, profesor, mecánico, o político… ¡cristiano! Yo a ese cura lo recuerdo cada día y le rezo. Cambió mi vida. Petrus quîntae

viernes, 14 de febrero de 2014

La belleza de la Iglesia. UN ENCUENTRO GOZOSO

 
UN  ENCUENTRO  GOZOSO
 
El Papa Francisco recibió días pasados al Camino neocatecumenal, en un encuentro en la sala Nervi, o sala Pablo VI, o de las audiencias, como se le conoce popularmente.
Un encuentro gozoso, alegre, lleno de carisma, el carisma propio que insufla el Espíritu Santo a su Iglesia, por medio de dos hombres, dos gigantes de la fe: el Papa Francisco y Francisco (Kiko) Argüello, valga esa caprichosa coincidencia en el nombre.
Representaban en ese momento la Iglesia jerárquica y la Iglesia carismática. La cabeza-Jesucristo, y el cuerpo-pueblo. Pedro-Sede y Pablo-itinerante. Una bonita foto. Un auténtico y bello icono para todos. 
Seguí con gozo por televisión el momento, en la medida que me dejaron las tareas de un sábado por la mañana en una familia numerosa. Pero leí atentamente las crónicas y el discurso del Santo Padre.
De nuestra ciudad también asistieron varios, que regresaron llenos de gozo y de energía. Tanto Kiko como el Papa la trasmiten.
Pero me quedo con tres aspectos de ese encuentro tan importante:
El primero, el encuentro en sí. Era un envío misionero para evangelizar el mundo entero. Familias enteras evangelizando, con el presbítero al frente, que se mandaban a China, a todo el oriente, a los países occidentales más secularizados. Me impresiona siempre la alegría de las familias, el gozo de los seminaristas, las presentaciones, el estilo espontáneo propio de Kiko, que lejos de ser una pose es una manifestación del fuego apostólico que le quema por dentro. Los cantos de toda la asamblea, especialmente la impresionante invocación al Espíritu cantada al principio. También la devoción con que se acercaban las familias enviadas a recibir el crucifijo de manos del papa. 
Un segundo momento que me impresionó fue la mirada atentísima del Papa. Como escuchaba la presentación y las palabras del iniciador del Camino. No perdía detalle. Era la mirada de toda la Iglesia que aceptaba y amaba a sus hijos. Una madre atenta a ellos.
Y el tercer momento que destacaría son las palabras de Francisco. Palabras de ánimo y también de orientación. Como un padre que exhorta y también marca el camino a seguir. Destaco las siguientes: "Os exhorto a cuidar los unos a los otros con amor, especialmente a los más débiles, ante las dificultades que pueda encontrar un hermano o una hermana en su itinerario. En estos casos, el ejercicio de la paciencia y de misericordia por parte de la comunidad es un signo de madurez en la fe. La libertad de cada individuo no debe ser forzada, se debe respetar también la eventual opción de los que deciden buscar, fuera del Camino, otras formas de vida cristiana que los ayuden a crecer en su respuesta a la llamada del Señor". Palabras de padre que indica el itinerario para subsanar posibles carencias. Propias de todo lo que adquiere las dimensiones que Dios está permitiendo para esta gozosa realidad eclesial.

Petrus quîntae











                                                                                                 



























































viernes, 7 de febrero de 2014

La Belleza de la Iglesia.CATÓLICOS EN POLÍTICA (1): EL CASO DEL CÓMICO


Se ha escrito mucho sobre la participación de los católicos en política. Atendamos a lo que dice el Papa:
“La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de caridad, porque busca el bien común”. Evangelii Gaudium.
Esta frase contrasta con lo que alguna vez pudiéramos pensar, con lo que en la calle se suele oír sobre política, e incluso con lo que en determinados ambientes eclesiales se dice o se aconseja eventualmente.
“Altísima vocación”. “Forma preciosa de caridad”. “Búsqueda del bien común”. Casi ná, como diríamos por aquí. Mucho que reflexionar, pero hoy no es el día. Volveremos sobre ello. Me limito hoy a poner un ejemplo de católicos en política. Algo cotidiano que no se sale de lo normal:
Un conocido actor cómico isleño  hace mofa de los niños no nacidos y  de los que defienden del derecho a vivir de los mismos. Presenta en un programa de televisión, una canción que compuso en la que caricaturizaba el drama que supone la muerte de niños en gestación e injuriaba a los defensores del derecho a la vida, diciendo que están en contra del aborto, pero a favor de la pena de muerte. Aquí algunas de sus frases, poniéndose en la voz de un feto:
“¿Qué pasa si salgo mutante como el hombre elefante?, ¿me llevarás por delante o solo buscas votantes?”. “Solo soy un presunto,igual estoy paranoide, puede que un poco esquizoide…”. “¿Tú le pones nombre a todos tus espermatozoides? Sé sensato, ¿debe una polución nocturna ser un asesinato?”. “No tengo duda, puestos a elegir que elija la que va a parir…"
   Pero se da la circunstancia también que este actor posee el premio a la Identidad Isleña, (otorgado por el alcalde).
   Un grupo de ciudadanos activos y conscientes de su fe y de los valores que entraña, deciden poner en marcha una campaña de firmas por internet para que el alcalde retire ese título al actor. En unos días ya son cientos, miles, los que lo piden...
Ellos entienden que la identidad isleña es identidad cristiana, y son los derechos humanos que proclamó la Constitución de Cádiz, comenzada aquí. Y el primero de esos derechos es el derecho a la vida. Constitución que, por cierto, se basaba en el catolicismo, como hoy los principios del humanismo cristiano deberían regir en occidente.
   Solo es un ejemplo. Vocación. Caridad. Bien Común...

Petrus quîntae